Los indianos que construyeron el lucido edificio con paredes forradas de madera, vidrieras burgalesas, jardín hermoseado por plátanos y tamarindos y comedores asomados a los acantilados de Los Mayanes, le añadieron, blasón y nombre, una torreta en forma de faro que evoca a su malograda hermana del Náutico. Ésta, celebrémoslo, continúa firme y viva, saludando navegaciones de cabotaje por sidras, vinos y vermús dignamente acompañados de clásicas y apetitosas raciones elaboradas al momento –bígaros, mejillones, gambón a la plancha, pastel de cabracho, tortilla de patata, croquetas caseras, fritos de merluza, bocartes, parrochas, calamares, lacón cocido, ternera al ajillo, ibéricos, frituras y revueltos variados– que la terraza y el chigre ambientan adecuadamente con sol y sombra, o guiando largas travesías alrededor de las mayúsculas especialidades marineras: el arroz con bugre, la paella de marisco y las parrilladas y calderetas de pescados y/o mariscos.